- Sueños aparcados y cargados de nostalgia.
Fantasías de una loca
miércoles, 14 de septiembre de 2011
Vuelo, fantasía.
- Sueños aparcados y cargados de nostalgia.
viernes, 8 de abril de 2011
Asco.
sábado, 12 de febrero de 2011
Nacing.
Ya no tengo ganas de nadie.
Esta debe ser otra fase de lo de enamorarse. Ya he pasado la de cometer errores, la de intentar corregirlos, la de llorar, y ahora debo estar en la que asimilo todo y me canso. Me canso de ti y de todos. De ti, y de todos. No encuentro las ganas de dar explicaciones. Aunque tampoco quiero. Claro que querer... ya no sé lo que quiero. Ya no sé qué tipo de aire respiro. He perdido mis bragas favoritas, no recuerdo cuales eran. Y lo peor es que no tengo un plan. Yo siempre guardo ases debajo de la manga, por si algo se estropea tener un parche y arreglarlo. Habrá sido la lluvia o yo que sé, pero ya no me quedan parches.
Ahora sólo me pregunto qué pasará luego. Qué número saldrá en el dado y cuándo saltaré a la otra fase. No es que me muera de ganas, a lo mejor la siguiente es peor. Pero mientras más avance, antes terminará todo esto. Es la única esperanza que me queda. Saber que no es para siempre. Que cuando llegue al último nivel y lo pase, si aguanto, la pantalla se apagará como en los juegos nuevos que anuncian por la caja tonta y podré tumbarme en el sofá sin derramar ni una maldita lágrima, sin sentir que me estoy pudriendo, sin tener que silenciar el teléfono ignorando a todos esos que llaman y no son tú. Y no son tú.
miércoles, 12 de enero de 2011
Señorita Popins.
No pudo evitar sonreír de oreja a oreja como una tonta.
martes, 28 de diciembre de 2010
Sin palabras.
Yo fui una niña sin miedo : no me asustaban los fantasmas, ni los monstruos, ni la oscuridad. Podía mirar debajo de la cama segura de que no había esqueletos ni vampiros. Podía enfrentarme a las niñas de 5º segura de que no me quitarían la merienda.
Y así, hasta hoy, segura de que puedo coger una magnum y avanzar por un callejón vaciando el cargador, porque no es eso lo que me da miedo. Lo que me aterra, es decir que sí a algo que no podré cambiar mañana, pensar en un sofá para toda la vida, en un crédito hipotecario, en una declaración conjunta o en un “esta tarde tenemos que hablar”, buscar colegios y canguros y pensar en un lugar para vivir cuando ya no tengamos pulso para sostener la magnum.
Y de pronto todo ese terror se empieza a disfrutar como el looping de una montaña rusa, y eso es la FELICIDAD.